
Científica argentina alerta sobre la acción de contaminantes industriales en las bacterias del intestino
LOCALES04/12/2025
Esteban Díaz Romero
Según un estudio realizado en la Universidad de Cambridge (Inglaterra), más de 150 sustancias químicas tienen efectos tóxicos sobre las bacterias que habitan el intestino humano. Entre estas sustancias se incluyen insecticidas, pesticidas y retardantes de llama de uso común en la industria. Este estudio, liderado por Indra Roux, quien es egresada de la Universidad Nacional de Quilmes y actual investigadora de la institución británica, enciende las alarmas sobre efectos que no se tenían en el radar. Los resultados obtenidos por la joven científica fueron publicados en un artículo de la prestigiosa revista Nature Microbiology. Desde la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes conversamos con Roux sobre los alcances y perspectivas del trabajo publicado.
Para incrementar la productividad agropecuaria y evitar pérdidas, habitualmente se utilizan sustancias como pesticidas y fertilizantes. Sin embargo, las evaluaciones sobre la seguridad de los productos no tienen en cuenta la acción sobre las bacterias que se encuentran en el intestino humano. En el trabajo liderado por Roux, se reportaron productos químicos que, a pesar de estar diseñados para actuar selectivamente sobre insectos u hongos, también afectan a las bacterias intestinales. Para colmo, que estas bacterias conserven su salud es fundamental para que todo el organismo mantenga su equilibrio.
“Anteriormente, se desconocía que la mayoría de estas sustancias, que probablemente entran en nuestro organismo a través de los alimentos, el agua y la exposición ambiental, tuvieran algún efecto sobre las bacterias”, afirma Roux y agrega: “A medida que las bacterias modifican su función para intentar resistir los contaminantes químicos, algunas también se vuelven resistentes a antibióticos como la ciprofloxacina. Esto podría dificultar el tratamiento de las infecciones”.
El peligro al alcance de la mano
La investigación incluyó el análisis de más de 1.000 sustancias químicas en 22 especies de bacterias intestinales. El conjunto de estas bacterias conocido como microbioma intestinal humano está compuesto por alrededor de 4500 tipos diferentes, todas ellas responsables del correcto funcionamiento del organismo. Cuando se desequilibra, puede tener consecuencias de amplio alcance para la salud, como problemas digestivos, obesidad y efectos en el sistema inmune.
Entre las sustancias estudiadas se encuentran insecticidas como el fenozaflor, utilizado para combatir pulgones en cítricos, y la abamectina, que elimina ácaros en un amplio rango de cultivos. También hay fungicidas como el imazalil y el fluazinam. Entre los retardantes de llama, se estudiaron el bisfenol AF o BPAF y el tetrabromobisfenolA o TBBPA. “El panel de contaminantes incluye varios químicos que están prohibidos en Europa, pero todavía se permite su uso en otras partes del mundo. Muchas de estas sustancias son altamente persistentes, así que pueden permanecer en el ambiente aún luego de finalizar su aplicación“, detalla Roux.
El panel de más 1.000 compuestos evaluados contiene varias categorías de contaminantes, pero las clases con mayor proporción de actividad inhibitoria fueron los fungicidas y compuestos industriales. “Algunos ejemplos de contaminantes con amplia actividad antimicrobiana contra bacterias intestinales son el retardante de llama TBBPA y el plastificante BPAF. Esto nos sorprendió, ya que este tipo de compuestos no están diseñados para afectar a sistemas biológicos“, dice. La investigadora explica que también observaron efectos “fuertes” de algunos pesticidas, como closantel, un antiparasitario utilizado en el ganado. Aunque no se recomienda el uso en vacas lecheras, una utilización indebida podría resultar en residuos en productos lácteos que alcancen concentraciones similares a las utilizadas en los experimentos.
“El laboratorio del profesor Kiran Patil en el cual trabajo, ya había demostrado en trabajos anteriores que los medicamentos no antibióticos dirigidos a humanos pueden, inesperadamente, actuar como antibióticos contra las bacterias intestinales. Ese descubrimiento planteó la pregunta: ¿qué otros químicos podrían influir en nuestro microbioma? Eso inspiró el proyecto: un esfuerzo sistemático para estudiar cómo diferentes contaminantes químicos interactúan con las bacterias intestinales”, explica Roux.
El futuro está en el diseño
Los investigadores a cargo del estudio fueron más allá y utilizaron los datos obtenidos para crear un algoritmo que predice si los productos químicos industriales, ya sean en uso o en desarrollo, serán perjudiciales para las bacterias intestinales humanas. Afirman que podrían predecir los efectos de las nuevas sustancias químicas. “Nos sorprendió el poder predictivo de nuestro conjunto de datos. Esto muestra que los modelos de aprendizaje automático en toxicología podrían utilizarse para orientar el desarrollo futuro de químicos que sean seguros desde su diseño“, señala Roux.
Por otra parte, la investigadora refiere sobre la importancia de una mayor recolección de datos de contaminantes en muestras humanas, especialmente en poblaciones con ocupaciones de alto riesgo, o lugares con alta exposición. “Esto es relevante en el contexto argentino, donde cuerpos de agua como el Paraná cuentan con las mayores concentraciones de pesticidas del mundo“, resalta Roux.
Existe muy poca información sobre los efectos directos de las sustancias químicas ambientales en el microbioma intestinal y, por consiguiente, en la salud. Los investigadores postulan que es probable que las bacterias intestinales estén expuestas regularmente a las sustancias químicas analizadas, pero se desconocen las cantidades exactas que llegan al intestino. Se necesitan estudios que monitoreen la exposición en todo el cuerpo para evaluar el riesgo. Mientras tanto, sugieren que la mejor manera de evitar la exposición a contaminantes químicos es lavar las frutas y verduras antes de consumirlas.



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