

El octogésimo aniversario de la emblemática fecha del 17 de Octubre encuentra al país en una encrucijada que bien podría compararse a aquellos días de 1945. De los protagonistas de los sucesos que tuvieron a la Plaza de Mayo como centro neurálgico y que dieron vuelta la realidad política de entonces solo queda el Pueblo como sujeto histórico.
Ochenta años atrás el entonces coronel Juan Domingo Perón, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, cosechaba cada vez más apoyo entre trabajadores, gremios y organizaciones sindicales. Enfrente un sector de las Fuerzas Armadas que desconfiaba de su acercamiento a los trabajadores y la “demagogia” con la que actuaba frente a ellos. Detrás de estos sectores operaba Spruille Braden embajador norteamericano, que ejercía una fuerte intromisión en los asuntos internos del país y catalizaba las aspiraciones políticas de un arco variopinto de partidos políticos, que luego conformarían la Unión Democrática. En el medio los trabajadores que veían cómo los poderosos pretendían borrar a Perón, el hombre que los escuchaba y llevaba adelante reformas para aplicar derechos laborales existentes y poner en marcha otros que traían dignidad y progreso a los más humildes.
En octubre de 1945 todo se precipitó. El 13 de ese mes Perón fue llevado detenido en la Isla Martín García y cuatro días después ocurrió lo inesperado: “el subsuelo de la patria sublevado”, al decir de Raúl Scalabrini Ortiz, decidió cambiar el curso de los hechos cuando, llegadas desde talleres y fábricas del Gran Buenos Aires y suburbios de la Capital Federal, miles de personas se congregaron frente a la Casa Rosada con el objetivo de exigir la libertad de su líder al grito de “¡queremos a Perón!”.
La presión popular surtió efecto, Perón fue liberado y a partir de allí encaminó su candidatura presidencial hacia las elecciones de febrero de 1946, cuando al frente de una coalición encabezada por el Partido Laborista derrotó a la Unión Democrática, auspiciada por Braden.
El 17 de Octubre de 1945 nació el peronismo, pero significa mucho más que eso, constituye la emergencia de a la vida política del pueblo argentino que asumió un protagonismo determinante para cambiar el destino que le tenían asignado los poderosos.
Ochenta años después la fecha nos encuentra a días de una elección que será determinante para el futuro de la Patria. Al frente de los destinos del país tenemos un presidente que está sometiendo a la mayoría de los argentinos a un ajuste económico que recae sobre los sectores medios y trabajadores, con los estudiantes, los jubilados y los niños como principales víctimas. Un presidente que tuvo que recurrir al “rescate” de Donald Trump y su enviado Scott Bessent, como si fuera un nuevo Braden, para evitar que el fracaso del plan económico estalle antes del 26 de octubre.
Como ocho décadas atrás el pueblo volverá a expresarse, esta vez en las urnas. Será una buena oportunidad para demostrar qué los argentinos no estamos dispuestos a resignar derechos ni a entregar el futuro de la Patria en aras de políticas económicas fundadas en pura especulación financiera que ya han fracasado y que solo traen más pobreza.


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