El consumo de carne vacuna en Argentina alcanzó su punto más bajo desde 1920, con un promedio de 47,7 kilos por persona al año en 2024, lo que representa una caída del 9% respecto a 2023, según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (CICCRA). Mientras tanto, las opciones más económicas como el pollo, el cerdo y los huevos ganan protagonismo en la dieta de los argentinos.

A pesar de que la producción de carne vacuna se mantuvo estable, el 29,5% de la oferta se destinó a la exportación, marcando un récord histórico.

En contraste, el consumo de carne aviar superó por primera vez al de carne vacuna, alcanzando los 49,3 kilos per cápita, impulsado por su menor costo.

Con el precio de un kilo de carne vacuna, los consumidores pueden comprar hasta tres kilos de pollo, lo que ha convertido a este producto en la opción preferida.

El consumo de carne de cerdo también creció, alcanzando los 17,7 kilos per cápita en 2024. Su menor precio ha favorecido su incorporación en las comidas diarias, desplazando a los cortes tradicionales de carne vacuna en preparaciones como milanesas.

Además, el consumo de huevos se disparó, alcanzando los 352 unidades anuales por persona, reflejando una tendencia de búsqueda de proteínas más accesibles.

Cambios en los hábitos de compra

Ante la crisis económica, los consumidores priorizan cortes más rendidores y accesibles, como bife de chorizo sin hueso, hígado, mondongo y entraña.

Además, las promociones bancarias del Banco Provincia con Cuenta DNI o del Banco Nación fueron clave para sostener el consumo, con descuentos en carnicerías que generan picos de demanda los días de oferta.

Esta caída en el consumo de carne vacuna se suma a una retracción general en el consumo masivo, que disminuyó un 14% en 2024.

En ese sentido, el consumo de leche alcanzó su nivel más bajo en 34 años y el de yerba mate cayó al mínimo desde 2016, según un informe de las fundaciones Encuentro e Innovación con Inclusión.

La histórica baja en el consumo de carne vacuna en Argentina refleja no solo la crisis económica, sino también un cambio en los hábitos alimenticios. La adaptación de la dieta argentina hacia opciones más accesibles podría marcar una transformación a largo plazo en la tradición gastronómica del país.